DESARROLLO Y COMPETENCIAS DE LOS BEBÉS DE 0 A 1 AÑO LOS BEBÉS DESCUBREN EL MUNDO
DESARROLLO
Y COMPETENCIAS DE LOS BEBÉS DE 0 A 1 AÑO
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LOS BEBÉS DESCUBREN EL MUNDO
los bebés nacen con
extraordinarias condiciones mentales que les permiten procesar información
amplia y realizar coordinaciones complejas. Son capaces de dirigir la
cabeza y la mirada en la dirección de los sonidos.Reconocen
a la madre por su olor y distinguen su voz por la entonación.
Esta capacidad de los bebés para identificar la entonación, así como las otras
capacidades mencionadas, prueban que, desde su nacimiento, son bastante más
sociables e interactivos de lo que comúnmente se cree. Ellos pueden igualmente balbucear
de manera fluida y su balbuceo puede producir unidades de sonido en
variados idiomas.
En otro plano,
cualquier madre o adulto puede observar que, a las pocas semanas de nacidos,
los bebés se defienden ante el objeto que se les acerca. Lo más notable quizá
es saber que el aire que se desplaza guía esa conducta, pues sirve de indicio o
señal para anticipar la proximidad y el desplazamiento del objeto.
Desde
los tres meses aproximadamente, las manos y los movimientos que se
pueden hacer con ellas.El bebé nace con
extraordinarias condiciones. Son un objeto de interés. Pueden pasar largos
ratos mirándolas y aún más, si el cuidador o cuidadora juega con ellas. Ellos
muestran el mismo interés y entusiasmo cuando en la cuna se les ponen móviles
que intentan alcanzar.
Hacia
los cuatro meses, los bebés ya no sólo observan y tratan de alcanzar el
móvil, sino que empiezan a tratar de relacionase con
lo que está a tu alrededor.No es menos notable que los bebés pueden
distinguir y agrupar rítmicamente los sonidos del lenguaje porque son muy
sensibles a las variaciones temporales, a la duración de los segmentos del
habla, al alargamiento de las sílabas y a las pausas y variaciones de la voz.Los bebés muestran
sorpresa frente a eventos imposibles y esa sorpresa ha servido para estudiar
cómo entienden su entorno. Se pueden comparar sus reacciones al presentarles
eventos imposibles y posibles. Por ejemplo, se incomodan cuando se les
muestran dos mamás, utilizando imágenes proyectadas de ella, llamadas
hologramas.
Igualmente les resulta ofensivo que la voz de esa mamá no
provenga de su misma imagen, cuando el adulto pone la imagen en un sitio y por
medio de una grabación reproduce la voz en otro. Este hecho permite entender
que el bebé “sabe” que el rostro y la voz de la madre deben venir del mismo
sitio y que sólo hay un rostro por persona.
Algo similar ocurre
cuando los bebés desde muy temprano, muestran asombro cuando los objetos no
caen como todos los cuerpos, sino que quedan suspendidos en el aire, por ejemplo,
cuando los sostiene un nylon. Estas experiencias permiten afirmar entonces que
los bebés “saben” del desplazamiento y solidez de los cuerpos y, hacia los ocho
meses, “entienden” que el universo que les rodea funciona basado en la
propiedad gravitacional: comprenden que todos los objetos caen si no cuentan
con algún soporte.
En
otras palabras, la sorpresa de los bebés desde antes de los seis meses ante
estos eventos “novedosos y fuera de lo común”
indica que comprenden el mundo a partir de leyes a las cuales se han adaptado y
que, por lo tanto, se asombran ante aquellos eventos que desafían esas leyes.
Se puede entonces decir
que en su adaptación al mundo, adquieren una enorme variedad de ‘saberes’ y
‘haceres’. Su asombro ante lo novedoso, revela que comprenden cómo
funcionan las cosas y, “esperan” el paso siguiente de un evento y son capaces
de predecirlo. Por este motivo, se muestran asombrados cuando el hecho no surge
como ellos ‘saben’ y esperan que suceda. No sobra añadir que su sorpresa es
cercana al disfrute.
Otra de las conductas
que manifiestan los bebés desde el inicio de su desarrollo, es la
coordinación para agarrar los objetos. A las pocas semanas de nacidos, calculan
la apertura de la mano en relación con el tamaño de los objetos, lo que es
bastante sutil e ingenioso. Igualmente coordinan la velocidad y la
distancia de los objetos cuando se le acercan, lo que no es menos impactante. A
los cuatro meses, ya corrigen sus movimientos para organizar la mano en función
de la distancia y de las características del objeto que desean alcanzar, es
decir de su forma tamaño y peso. Estos desempeños suponen una
coordinación mano-ojo muy eficiente y bastante productiva.
Los
señalamientos - o utilización del dedo para indicar, típicamente humanos, pues
ni siquiera los simios los poseen – aparecen temprano, alrededor de los seis o
siete meses. Esta actividad es muy importante porque es
una de las primeras manifestaciones de acceso a la conciencia de sí mismos.
La observación de los
bebés muestra que ellos señalan cuando comprenden algo por primera vez, como
una especie de “Eureka”, de sorpresa o asombro, al
darse cuenta que ‘saben’. Esta manifestación de la conciencia de lo que saben,
es tanto o más importante que el señalamiento como modalidad de
intercomunicación; es decir, cuando señalan para el otro, que es quizá como
generalmente se entiende esta actividad.
Hacia los nueve meses,
ocurren avances increíbles en relación con la percepción y las situaciones
problema que deben resolver. Dos experiencias distintas e interesantes,
permiten ver todo lo que el bebé sabe.
Él o ella encuentra inapropiado, que un
cilindro transparente que tiene objetos adentro no suene cuando se lo agita.
Pocas semanas después, voltea el cilindro para sacar lo que tiene adentro, en
lugar de meter la mano para hacerlo, como si fuera un conocedor de las
propiedades gravitacionales que uno o dos meses antes no percibía.
Sin duda, este proceso
de descubrir el mundo lo va habilitando para funcionar de manera más compleja y
competente. Transitar por los senderos de la información sonora, visual,
olfativa, kinestésica, es decir, por su propio movimiento es un paso crucial
que lo habilita para utilizar cada vez mejor la información y eventualmente,
producirla. A partir de sus ‘haceres’, el bebé acumula un saber sobre su
entorno, sobre sí mismo, producto de sus propias acciones y observaciones sobre
el mundo que lo rodea, incluido su propio cuerpo.
LOS
BEBÉS SIENTEN, COMPRENDEN EMOCIONES Y ESTABLECEN RELACIONES CON OTROS
Hasta ahora se ha
descrito lo que los bebés son capaces de hacer y las conquistas que logran a
medida que conocen el mundo. Simultáneamente con estas conquistas, él o ella se
relaciona afectivamente con otras personas. El siguiente ejemplo ilustra la
necesidad de tener una comprensión global de su desarrollo. A las pocas
semanas, el bebé está succionando el seno de la madre y cuando ella le habla,
el bebé interrumpe ‘como para oírla mejor’.
La expresión “en el
comienzo era el ritmo” En la adaptación inicial de los bebés a un mundo lleno
de estímulos cambiantes, el ritmo en los turnos es clave para establecer las
regularidades y los turnos en la comunicación. El ritmo les permite a Primera
experiencia de comunión real.
los bebés deben seguir
con su cuidador o cuidadora en secuencias de turnos en su relación con ellos.
Estas formas de ‘conversación’, así como los cantos de cuna, los arrullos y las
nanas, o los juegos con el lenguaje y el cuerpo, - como el juego del caballito
siguiendo el ritmo del cuidador que lo carga o el juego de “las arepitas de
maíz tostado” o el de las palmaditas - marcan los ritmos, no sólo de la
palabra, sino también del acontecer humano en el encuentro con los otros. Esto
les posibilita construir relaciones que inician su socialización porque en este
acontecer se confirma la participación activa de ellos al establecer los
turnos.
Estos ‘haceres’, marcan
el inicio de un ‘saber’ que fundamenta su deseo de comunicarse. La posibilidad
de transmitir sus emociones, sentimientos y afectos al relacionarse con otro,
es decisiva en la formación de los bebés como seres sociales. Los psicólogos
consideran el ritmo como una propiedad compleja, que ellos perciben antes que
otras propiedades como forma, tamaño y color. La vinculación del ritmo al mundo
afectivo y de relaciones sociales del bebé explica y justifica que no sea
posible hablar de lo afectivo y de lo cognitivo como si fueran aspectos
separados, cuando, por el contrario, se relacionan y funcionan de manera
simultánea o conjunta. En la interacción surge la capacidad productiva de la
comunicación…
Las acciones de las
cuidadoras sirven de intermediarias entre los bebés y su entorno.
La alternancia de los
turnos se aplica a los gorjeos o ‘agús’, a las miradas, al contacto de las
manos; el juego de las manos que inicialmente es solitario, luego se extiende a
las manos del cuidador y a sus expresiones de afecto. Se habla entonces de la
“emoción compartida” y esta expresión explica que los bebés a edad muy temprana
pueden ‘leer en los otros’ su disponibilidad para atenderlos, para interesarse
por sus acciones y por el propósito de las mismas; de esta manera, los bebés
inician modos variados de cooperación que, sustentan su inserción en la
cultura.
Tempranamente, los
bebés muestran como parte de sus ‘haceres’ el fenómeno de la ‘emoción
compartida’. Éste posibilita que la madre, el padre, los abuelos o cualquier
cuidador interactúen con él o ella y que ellos jueguen un papel activo en la
relación. Recordemos que hasta ese momento son observadores, pero con este
cambio, empiezan a intercambiar e interpretar emociones en la relación con los
otros. En otras palabras, los bebés no son pasivos y el único que ‘habla’ no es
el adulto; por el contrario, el adulto espera que el bebé responda.
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COMPETENCIAS INICIALES DE LOS
BEBÉS
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Las competencias se entienden como
las capacidades que les permite adaptarse al mundo, comprenderlo y construir
conocimiento. Posteriormente, éstas reorganizan la manera como los bebés
conocen y se relacionan con el entorno, permitiéndoles transformarlo.
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Las competencias se refieren a esa
capacidad general de los bebés que abre un camino hacia formas cada vez más
elaboradas y específicas de conocimiento. En este sentido, las nuevas
competencias aparecen como resultado del conjunto de ‘haceres’ iniciales, que,
en su acumulado, permiten al bebé transformar su actividad hacia el ‘saber
hacer’.
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Por esto, al hablar de
competencias se habla de movilizaciones y de caminos. La competencia de los
bebés evoluciona del ‘hacer’ al ‘saber hacer’ y su movilización, una de sus
características, les permite transformarse en ‘poder hacer’.
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La movilización como propiedad de
las competencias permite la generalización de las actividades utilizadas por
los bebés de contextos específicos a contextos variados y a su vez, la
diferenciación de estas actividades en cada contexto particular. En esta
medida, la movilización permite entender la flexibilidad de las competencias.
Las competencias se
definen como capacidades generales o recursos de funcionamiento cognitivo,
social y afectivo de los bebés, que les posibilitan inicialmente sus ‘haceres’.
Las competencias les permiten acceder al mundo, comprenderlo y construir
conocimiento. Su mente está en permanente actividad, organizando el
conocimiento sobre la realidad y su entorno; la transformación de las
competencias hace posible que los bebés logren una progresiva reorganización.
Las competencias, como
capacidades generales son las que inicialmente les permiten ‘hacer’, o actuar
sobre el mundo que los rodea y más adelante, ‘saber hacer’, hasta llegar a
‘poder hacer’.
Al inicio, los bebés
succionan, chupan, miran, escuchan, balbucean, lloran o ríen, o sea, ‘hacen’;
después, las competencias se relacionan con ‘saberes adaptativos’ como alcanzar
los objetos y comunicarse con el otro, es decir, adquieren la forma de ‘saber
hacer’.
Para
entender las competencias perceptivas, cognitivas, lingüísticas, sociales y
afectivas de los bebés, es necesario observar su actividad, su ‘hacer’,
teniendo en cuenta que este ‘hacer’ constituye una capacidad general que se aplica
a todo tipo de conocimiento.
Los cuidadores pueden
observar su interés por un objeto o persona cuando ellos aumentan el ritmo de
la succión o por la duración de su mirada. Cuando se acostumbran al
amamantamiento, como esta experiencia no constituye una novedad, entonces el
chupeteo disminuye; pero si captan cualquier novedad en su entorno, el ritmo de
la succión aumenta, mostrando de esta manera que el objeto o persona les
interesa o los emociona. En otras palabras, conductas como el chupeteo o la succión
se convierten en indicadores o manifestaciones que permiten evidenciar la
capacidad de los bebés para interesarse y emocionarse.
Los cuidadores pueden
hablar de las competencias de los bebés desde recién nacidos, entendiéndolas a
partir de sus actividades y del ejercicio repetitivo de las mismas. Pero luego,
cuando hacia los cuatro meses las actividades se amplían, gracias a la
coordinación de sus acciones, su ‘hacer’ muestra que el bebé ‘sabe hacer’.
Día a día, los bebés
van organizando estas competencias o capacidades de otra manera. A partir de
estas reorganizaciones, las competencias avanzan a la forma de ‘poder hacer’. Unos
meses más tarde, coordinan la fuerza que imprimen al movimiento de sus manos
para alcanzar objetos adecuándola al peso de los mismos; esta nueva
coordinación refleja un ‘poder hacer’ específico ante una característica del
objeto.
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EXPERIENCIAS REORGANIZADORAS
DE LOS BEBÉS COMPETENCIAS
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Capacidades generales que
permiten al bebé conocer el mundo, comprenderlo y llegar a transformarlo.
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Se expresan en la
experimentación de unas actividades o ‘haceres’, que en el primer año de vida
son: chupar, mirar, escuchar, palpar, balbucear, llorar, etc. Estos ‘haceres’
le permiten: alimentarse, diferenciar rostros, identificar las fuentes de
sonido, diferenciar la voz de la mamá, de otras voces, etc.
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En su conjunto estos ‘haceres’
progresivamente se convierten en ‘saber hacer’ pues sus movimientos están
dirigidos a un propósito. Entonces pueden anticipar y predecir eventos,
establecer regularidades como saber que todos los objetos que se sueltan caen,
etc.
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La competencia es ese “saber
hacer’ flexible que puede actualizarse en distintos contextos, esa capacidad de
usar los conocimientos en situaciones distintas de aquellas en las que se
aprendieron.
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Los bebés ‘pueden hacer’:
interactúan con los objetos diferenciando propiedades como la textura, la
forma, el tamaño, el peso y la distancia y actúan sobre ellos en concordancia
con sus características. Pueden diferenciar los humanos conocidos de los
desconocidos, identificar y expresar emociones básicas como la alegría, la
tristeza, el enojo; realizar acciones para llamar la atención del adulto y
compartir con él los que les interesa o quieren.
EXPERIENCIAS
REORGANIZADORAS
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Sintetizan el conocimiento
previo y transforman la manera como se relacionan con su entorno, dando lugar a
una nueva modalidad de competencia general que les permite ‘poder hacer’. Sin
embargo, no todas las actividades y los desempeños de los bebés evidencian
experiencias de este tipo.
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La transformación de las
competencias se puede relacionar con la aparición de las experiencias que
constituyen momentos claves en su desarrollo por las síntesis y
transformaciones que producen en su manera de conocer. > La experiencia
reorganizadora es una síntesis de funcionamientos previos a la vez que una
palanca que posibilita otros desarrollos más elaborados.
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Algunas de las experiencias
reorganizadoras en el primer año de vida son: > El intercambio comunicativo
que implica diferenciar en la interacción el “Yo”, el Tú” y el “Él”.
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Reconocer la permanencia de
los objetos, es decir, que éstos siguen existiendo a pesar de que estén fuera
de su campo visual.
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